Bienvenides! Si estas acá es porque te interesa lo que tengo para contar así que ahí vamos.
En esta semana estuve complicado con el tema sobre el que quería escribir. Traté de que mis antenas de atención y disponibilidad estuvieran con la batería al 100%. Como el celular que tanto nos ata.
En las corridas semanales intenté visualizar o pensar sobre el asunto o la idea a desarrollar pero no llegaba. No aparecía.
Hasta que me choqué de frente. Era eso. La re-unión de los cinco hermanos en una misma ciudad y, aunque suene pesimista, la consecuente despedida.
Yo aprendí desde chico a despedirme. La primera que registro con certeza es la de mi hermano Martín que se fue a vivir a La Pampa.
Debería haber dicho que a mi padre lo despedía desde más pequeño cuando lo visitaba en Tierra del Fuego o en Buenos Aires cuando venía él pero no, mi registro personal identifica otra cosa. Ahí yacía el dolor de una ausencia mayor. Un holograma.
Luego con mi desarrollo adolescente y entrando en la etapa más productiva -capitalistamente hablando- de la vida partió mi falso gemelo. Lautaro se fue a Uruguay. Un nuevo aprendizaje de la re-unión y la despedida.
Tan trascendente es este tema que en Los cielos siguientes le dediqué un texto. Ell núcleo del texto era por la despedida de Ani pero ahí encontré donde verter las despedidas que me tocaron vivir de chico.
El momento de la despedida lo pude transmutar y estoy altamente convencido que una frase de un libro influyo para que ello sucediera.
“… entonces fue que comprendí que elegir es también desechar, que acaso la madurez es saber elegir, sabiamente, pero también gozar con lo elegido, sin llorar lo desechado, con serenidad, con mesura…”
Luego de entender la idea de la aceptación que transmite con tanta claridad Mempo, pude entenderme mejor y entender mejor a mi hermana y a cada uno de mis hermanos. A sus elecciones de vida y que siempre los voy a extrañar. Que me encantaría volver a los 10 años donde todos compartíamos la casa o la ciudad que habitábamos y ser el más chico de la cofradía que formamos.
Pero la vida continuó. Cada uno formó su familia y tienen sus otros amores que atender.
Las re-uniones de mi familia tienen esencialmente bullicio. Una catarata de emociones. Música, charlas, risas y alguien que es interrumpido (Lautaro y Nahuel alternan el primer puesto).
Probablemente este setlist que acompaño genere que las emociones revoloteen:
Casiana intenta que hablemos de anécdotas y propone que ese instante de vida dure un poco más.
Martín se relaja de su función paternal y vuelve a ser mi hermano. Esa gracia ácida a la que le sumó su sentido de pertenencia a la pampa húmeda.
Nahuel se dedica a sonreír y se le vuelve a iluminar la cara.
Lautaro tiene el don de hacer reír y de atraparte. Con la música que elige o la que toca.
Yo, con mi ascendente en Tauro asumo mi rol de los placeres por la comida, bebida y, en el mientras tanto de esta escritura me dedico a preparar la mise en place del futuro pastel de papas que será parte de esa mesa enorme que siempre tuvo mi madre.
Y estoy saboreándolo y me guardó en el alma esa lejanía que ahí mismo se convierte en milagro.
Sonia Sacarabelli - La felicidad de los animales. Poesía Reunida 2000/2021
Elijo despedirme así, me voy flotando en esta luz.
Este poema me lo pasó déborah, les dejó su iG para que puedan leer la poesía amorosa y divina que comparte.
Agradezco estar acá con ustedes que me leen con generosidad y en muchos casos con palabras amorosas.
Amaro.
pisciano hasta los tuétanos, gourmet de emociones ¡qué lindo envío!
¡¡Qué lindo!! Se siente el amor y ese poema es una hermosura que condensa lo que escribiste. Abrazo!